domingo, 26 de septiembre de 2010

Carta a mis nietos sobre sus abuelos Adán y Eva


Carta a mis nietos,

Ahora voy a contarles la historia de la Creación para que se sientan orgullosos de sus Abuelos Adán y Eva y se den cuenta que ellos eran una gran pareja y merecen ser recordados con gran honor y cariño y no como a mí me dijeron que eran, los culpables de que este mundo esté en el desastre que está.

Ante de hablarles de la histórica decisión de sus ante pasados, quiero hacerles a ustedes algunas preguntas: ¿ustedes creen que Dios, el Creador iba a cometer errores al crear a sus primeros dos hijos? A quienes de inmediato les dio todo, en particular, el disfrute de su presencia.

¿Qué hijos de Dios serán más perfectos, si se puede decir así, los hijos de los primeros padres o nosotros, miles de años después?

Quienes hablan mal de nuestra familia ¿habrán pensado que Papá Dios está orgulloso de nuestros antepasados, Adán y Eva y de nosotros sus hijos?

¿Porqué nadie o muy pocos han verificado si Adán y Eva de verdad son culpables del delito desconocido por el cual Dios los castigó a ellos y a nosotros, echándonos fuera del Paraíso?
En Venezuela, nos recuerdan como si fuera ayer ese delito de Adán y Eva, por eso es que me molestan tanto los irresponsables que acusan y despotrican de mis antepasados en mi propia cara y pretenden además que yo los escuche inmóvil y sin protestar. Esa actitud se acabó en lo que a mí respecta y por eso les escribo de ellos como sus tatarabuelos, los antepasados que nunca vimos, de quienes muy poco sabemos y les debemos gran honor.

Nos han machacado tanto el pecado de Adán y Eva que pareciera que ellos fueran de este país y no más viejos que los bisabuelos. Nos han enseñado con sangre que la herencia que recibimos de ellos dos es el pecado, en vez de grandes haciendas de alegría, compasión y fortunas de amor que son las que hoy mantienen el sentido de nuestras vidas.

¡Así es mis nietos ! de sus antepasados Adán y Eva heredamos la alegría de vivir, así de sencillo y sin más.

Desde el primer instante de su creación, Adán y Eva disfrutaban hacer cosas juntos y, aunque les haga reír, aquello que más les gustaba era hacer “hijos”, porque los “hijos” se crean entre dos, dan felicidad y permiten participaban con Dios en la expansión del mundo. La explicación de quienes eran Adán y Eva no es para este momento, sólo tengan en cuenta que, en el Paraíso, tan cerca de Dios, ellos tenían un aspecto y una realidad de vida muy elevada como para alguien se le ocurra pensar que “pecaban”.

Lo que sabemos de ellos es que tomaron una decisión con gran valentía pues no se la fueron a consultar a Papá Dios Creador y que son padres de muchos hijos, no solo de Caín y Abel.

No le consultaron a su Papá Dios la decisión que habían tomado porque querían decidir por sí mismos. ¡ Así de sencillo!  y ésa es la gran herencia que atesora nuestra familia, el gran deseo de decidir por nosotros mismos en la gracia de Dios.

Cuando un padre en nuestra familia ve que un hijo suyo empieza a reclamar el derecho de decidir por sí mismo, instintivamente brota en él alegría y con ella el deseo de ayudar al hijo sabiendo que habrán errores. Y eso es así por ése fue el ejemplo que nuestros antepasados Adán y Eva recibieron de Papá Dios Creador.

Cuando Papá Dios Creador supo que había brotado en Adán y Eva el deseo de decidir y actuar por sí mismos, se alegró porque vio cómo sus hijos lo imitaron. Él vio que ocurrió con ellos lo mismo que brotó en él con la Creación. En pocas palabras, antes de la Creación, Él estaba bien y pleno y no necesita nada y sin embargo Creó. Pues bien, igual hicieron Adán y Eva, ellos estaban bien, en el Patraíso, en plenitud y sin embargo brotó en ellos “Crear” con él simple motivo de expandir la alegría.

No obstante, muchos, dizque leyeron las escrituras y apresuraron una gran condena a sus Abuelos. Los acusaron de ser responsables de la desgracia en el mundo, generación tras generación porque “por algo malo los botaron del Paraíso”. Sabiendo lo que hacían o irresponsablemente, porque no se puede decir de otro modo, atacaron el momento en que el niño comienza a reclamar su herencia: el “derecho a decidir para Crear”.

Es así como entre los siete y trece años de edad se realizan en los niñoss ceremonias religiosas cuyo único propósito es asustar a los muchachos sobre las consecuencias del mal uso de su herencia, la que proviene de Adán y Eva. Se empieza a demostrarle al muchacho con imponentes ceremonias religiosas que ellos habían empezado a cometer errores y ofender al Padre Celestial aún antes de que brotara en ellos el deseo de decidir por sí mismos y de crear. Lo digo así porque recuerdo la preparación de mi primera comunión que ocurrió a los siete años. Los curas y las monjas nos hacían confesar tantas veces y tan seguido que recuerdo que pensaba algo malo debía estar en mí si no encontraba pecados. En aquella preparación aprendimos que habían pecados y que nuestra sustancia interior no era alegría y aún más, que habíamos nacido con un pecado heredado de nuestros propios Abuelos Adán y Eva y que nunca nadie cometió.

Queridos nietos, hoy reivindico ante ustedes a sus ancestros Adán y Eva por la herencia que nos dejaron a nuestra familia de querer decidir por nuestra cuenta para crear. Esa herencia la recibieron ellos de Papá Dios Creador mismo y, cuando la reconocieron, la reclamaron y por eso llega a ustedes.

Ellos dispusieron que Dios mismo fuera el albacea de esa herencia y que se entregara a cada niño antes de nacer para que la use a medida que la va reconociendo.
Nadie tiene el derecho de interferir en la administración de esa herencia que es de ustedes.

Queridos nietos, a esa herencia de amor, alegría y confianza paternal se la ha llamado para oprimir “pecado original”. Lo importante ahora es que en sus corazones reconozcan la grandiosa herencia familiar que hemos recibido todos, le cambien el nombre y su origen y le den gracias a Adán y Eva y les digan algo así como “gracias Abuelo, gracias Abuela, por la herencia que me dejaste y que ustedes recibieron del Padre Celestial, nos dignifica, nosotros hubiéramos decidido igual”

Caracas, 26 de septiembre de 2010

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