jueves, 23 de septiembre de 2010

Querida amiga,

Acabo de releer tu carta, esta vez le pedí espacio a la almohada para sentarme en su puesto y leerte sujetando tus palabras con las dos manos. Esta tarde, cuando me entregaron tu carta, apenas puede leerla pero en el acto, las primeras líneas me pusieron nervioso, me escribías desde tu ser profundo a quien le permitiste preguntarme sobre mi amor hacia a tí. ¿Cómo poder seguir leyéndote tranquilo? Mis manos sudaron y mis ojos buscaban alrededor un lugar solitario donde escudriñar cada palabra de tu carta. No había tal espacio, menos en mí. Mal continué la lectura y al final, sin saber si había comprendido guardé la carta para cuando pudiera estar solo y, ¡ay! más tranquilo.

Me preguntas porqué sientes que me esfuerzo en amarte; tu alma, me escribiste, desea que yo la toque y desde adentro me observa haciendo esfuerzos por llegar a ella; sabe que te quiero amar y ve que haciendo esos esfuerzos, me alejo mas, aunque mis manos te entreguen flores y perfumes.
Tu alma en tu carta me pide que no me desviva más por quererte y que en cambio busque la calma y me deje querer pero, ¡soy yo quien quiere que sepas todo lo que te quiero, que estoy loco por tí, que te quiero para mí, para siempre! ¿cómo calmarme?  es a tí a quien quiero y lo que mas importa es que los momentos mas felices de tu vida los vivas conmigo. No entiendo lo que me quieres decir, ni cómo quererte más.
Oscar

Querido Oscar,
Me gustas. Dame un beso y escucha. Mejor, pon primero tu mano en mi corazón y siente. Tu alma es joven. Tu alma tiende a querer desde afuera y desde afuera quiere mucho, yo sé cuanto me quieres.
Mi alma en cambio conoce al hombre guerrero espada en mano y manchado de sangre pidiendo un beso en el que no puede olvidar los ojos de sus enemigos, con el alma cerrada para convivir con la muerte.
Conoce también al hombre que coloca sabiduría, coraje, ¡hasta ternura! en sus palabras y luego cierra los ojos para besarse a sí mismo.
Mi alma ha visto la tuya y la reconoce distinta  y  perdida tratando de amar, cuando amar es sencillo, es simple, lo difícil es desandar el camino para volver a dejar que tu alma se ocupe del amor. Por eso te pido que te calmes en amarme, para que puedas regresar a lo profundo de tí, a tu alma, tocándola a través mió. Busca la voz de tu alma y más que derribar ejércitos con tu grito, me dirás lo mismo, si aún quieres, con la palabra que no se escucha. Detente en la cascada y acércate a mí conmovido porque te diste cuenta que, al menos en un momentico, conseguiste orar. Toca entonces de nuevo mi corazón y déjame entonces buscar en tus labios el alma de un hombre que habla con el universo, quien me acaricia con manos que tocan las estrellas.
Tu amiga,

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