lunes, 4 de octubre de 2010

Sentencias firmadas a lápiz. Un cuestionamiento a la justicia celestial católica

Carta al señor cura,

El fin de semana me tocó volver al cementerio y me pongo a escribirle para denunciar un abuso procesal violatorio de los más básicos derechos humanos.

Pues si usted se pone a ver, resulta ser que los tribunales celestiales serían más inhumanos que los nuestros con todos sus defectos.

Mientras en la Tierra las legislaciones de casi todos los países del mundo prohíben que alguien sea juzgado dos veces por el mismo delito y las únicas excepciones admitidas son para favorecer al reo, en el cielo de acuerdo a la cruda realidad de los ritos católicos de última enfermedad y de entierro de cadáveres, no es así.

A diferencia de en la Tierra, en el cielo usted va a ser juzgado por los mismos delitos tres veces además de pasar miles de años condenado sin sentencia definitivamente firme. Nosotros corremos el riesgo de la burocracias celestial de no dejarnos entrar anuque le cura le haya asegurado asegurado a nuestras esposas que fuimos unos santos o peor aún, que Dios cambié su sentencia de bueno por la de malo y el día del juicio final usted sea arrojado desde el cielo a los infiernos.

Lo que para nosotros los simples humanos, aquí abajo, en este valle de lágrimas, es absolutamente arbitrario, en el cielo católico es lo normal.

Pongan atención y, si usted fue educado en el catolicismo, dígame si no es así:

Cuando alguien se muere después de haberse confesado, segundos después de haber recibido la extremaunción, el cura dice a la familia “recemos por su alma”. Nadie detiene al cura y le dice: -espere, espere, ¿usted lo confesó, si o no? -Sí, claro dice el cura. ¿Le dio la extrema-unción, no? ¿El aceite estaba bueno, no? Si -responde el cura incómodo. 

“Entonces, ¿mi marido murió en la “Gracia de Dios”,  todo lo malo que hizo le fue perdonado, murió libre de pecado, tan libre de pecado grave y venial, que usted le dio la comunión?  Entonces, ¿mi marido va al cielo o no?

“Claro hija, tu marido está en el cielo - dice el cura

Yo recuerdo clarito – dice la esposa inconsolable del difunto- que lo que ustedes perdonan en la confesión en la Tierra queda perdonado en el cielo y que aquellos pecados que sin mala intención se nos olvidan de mencionar al cura, también son perdonados.

Sí, así es –dice el cura y corrije – en la confesión, es Jesús, Dios mismo quien perdona nuestros pecados. ?¡Quédate  tranquila que tu marido y mi amigo fue un gran hombre y ya está ahorita en el Cielo!

La conversación anterior suele ocurrir en el hospital o en la casa del difunto. Nadie cuestiona nada, el marido era un buen hombre, murió y está en el cielo “rezando”[1] por nosotros.

En el cementerio, la incertidumbre aflora de nuevo, cuando los curas o sus mejor entrenados  feligreses  insisten en la necesidad de rezarle al muerto y sobre todo, "mejor que el rezo", una misa.  ¿Cuál muerto no quiere una misa?

Si el doliente estuviera de áminos cuando le reza a su ser querido en el velorio, se preguntaría ¿qué pasa, porque yo tengo rezar tanto por mi marido? Él se confesó, le dieron la extrema-unción, el cura me dijo que había sido un buen hombre y ahora me dicen que le rece para Dios se apiade de él y lo tenga con Él en el cielo. ¿Acaso no murió en gracia? ¿Acaso ahora resulta que todo lo que hizo estaba bien pero no era suficiente para ir al cielo?


El doliente no está de ánimos y no es el momento de cuestionar a la iglesia, no sea que le vaya peor al difunto ¡por su culpa !

Total que estamos enterrando a nuestro difunto y todavía no sabemos si va al cielo o no. Lo que dijo el cura en el hospital o en la casa cuando murió eran  palabras y se las lleva el viento. 


En el velorio rezamos todo lo que podemos para que San Pedro haga lo que evidentemente no ha hecho, que es abrirle las puertas del cielo a nuestro querido difunto. Al final, salimos del cementerio cansados de rezar y llorar, cuando estaríamos más tranquilos si de verdad supiéramos que nuestro ser querido está en el cielo.

Nos vamos todos del cementerio sin que veamos mayor razón para que nuestro ser querido sea condenado al fuego eterno, asumimos que está en el cielo “Dios lo tendrá en su Gloria” exclamamos buscando alivio.

¡Alivio para nada!, porque basta con ser egresado de un colegio católico para saber que Dios ha  citado para el día que al él le plazca, a todas las almas para juzgarlos una vez mas y "finalmente".  Lo que no se han puesto a pensar es que si cambia sus sentencias, tendrá que sacar algunas almas del infierno y llevarlas al cielo (no sé si los indemnizará por errores del sistema de justicia) y sacar algunas almas del cielo para meterlas en el infierno en pailas ultra calientes por haber intentado defraudar el sistema de justicia celestial.

Con un ejemplo así ¿se pueden resolver los defectos de nuestros humildes sistemas de justicia? 


Lo importante señor cura es que así como ustedes nos lo enseñaron "el catolicismo no cuadra".


Seguramente los teólogos tendrán explicaciones que le han negado al catolicismo popular sometido a las respuesta del tipo "no pienses en eso, ten fe que se nota que te falta, la fe mueve montañas".


La fe moverá montañas y aunque no he visto una desplazada, lo que seguro no hace es arreglar absurdos, solo los cubre y es por eso que cuando converso con católico y le expongo mis cuestionamientos, al final me dice: yo creo en eso y soy feliz así, mirando con desdén mi cara de no haber resuelto los problemas de mi vida.







[1] Cuando los curas dicen esa frase, se le nota una sonrisita nerviosa o esa falsa alegría propia de los mas conservadores.

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